El Ataurique
15 enero, 2020
La Mezquita Aljama de Córdoba. El Origen
7 mayo, 2020

Maimónides

Cuando paseamos por las calles del Casco Histórico de Córdoba, nos podemos encontrar varias esculturas que nos hablan de aquellas personas que formaron parte de nuestra ciudad en tiempos pasados. Pero si nos centramos en la calle Judíos, destaca una escultura que es paso obligado, casi ritual podríamos decir. Esa escultura es la que representa a Moshé ben Maimón (Moisés hijo de Maimón), o lo que es lo mismo, Maimónides.

Esta escultura está en una pequeña placita llamada Tiberiades, justo antes de desembocar en la Plaza Maimónides. La imagen realizada en bronce, es obra del escultor Amadeo Ruiz Olmos, ilustre escultor que también realizó el mausoleo de Manolete, en el cementerio de La Salud, entre otras obras. Este artista recibió el encargo en el momento en el que en Córdoba se estaba realizando una importante obra de remodelación del casco histórico, mediante la que se pretendía adecentar la Judería y prepararla de cara al turismo.

Pero vamos a centrarnos en Maimónides.  Nació en Córdoba en 1135, en el seno de una familia aristocrática, descendientes del rey David. Su padre era el rabino principal de la comunidad judía, se casó con la sencilla hija de un carnicero, que no sobrevivió al parto. El ambiente político en Córdoba no era estable precisamente, ya que se encontraba la dinastía almohade en el gobierno, y no eran muy partidarios de la diversidad religiosa, todo lo contrario, impusieron el Islam como religión oficial y obligaron a judíos y cristianos a convertirse o huir. La familia de Maimónides comienza un largo viaje por distintas ciudades de la Península, hasta que la situación fue insostenible y se trasladaron fuera, primero a Fez, después a  Palestina y de ahí a Egipto, donde Maimónides terminó trabajando como médico en la corte del rey Saladino y en la de su hijo mayor, el visir al-Fadi. A lo largo de su vida consigue desarrollar un extenso trabajo filosófico (centrado en el pensamiento aristotélico), médico (escribiendo varios tratados), así como con su comunidad, siendo un gran rabino y sabio juez.

En el campo de la medicina, no sólo destacó por su buena praxis sino que también por ser el precursor de lo que hoy denominamos “estilo de vida saludable”. Él ya solía recomendar realizar ejercicio a diario, llevar una alimentación sana y moderada, sin excesos, y alejarse de vicios. Todos estos consejos además los recogió en la “Guía de la buena salud”. Aunque también sobresale un trabajo de investigación solicitado por el rey Saladino, el “Tratado de los venenos y sus antídotos”, donde se analizaban todos los venenos conocidos y sus consiguientes antídotos. En este mismo campo, la medicina, también hay que destacar una especialidad bastante común actualmente pero que en el siglo XII era desconocida (al menos en la práctica). Maimónides atravesó una fuerte depresión tras la muerte de su padre y de su hermano mayor, que además se vio agravada durante varios años debido al excesivo trabajo que realizaba en la corte del rey Saladino, y durante ese tiempo deprimido se dio cuenta de que la mente era origen de algunas dolencias  “si  una  persona  está  alterada  emocionalmente  o  se  encuentra  en  un  estado  de  agitación  mental,  su  bienestar  físico  sufre  y  eventualmente  puede  llegar  a  enfermar  su  cuerpo”. Se adelanta siglos a lo que actualmente denominamos medicina psicosomática.

Su trabajo como médico es extensísimo, pero también lo es en el campo de la filosofía.  Sus conocimientos filosóficos fueron recibidos por la lectura, sobre todo el pensamiento de Aristóteles,  más que por el contacto con otros pensadores, aunque si tuvo bastante contacto con Averroes (jurista, filósofo y médico de la Córdoba del siglo XII) quien era partidario de esta misma tendencia filosófica.  Maimónides continuó con el mismo pensamiento defendido por Averroes, alegando que “la razón puede coexistir con la fe”, por lo que sufrió la ira de los clérigos musulmanes, quienes hicieron otra quema pública de sus libros e iniciaron un odio interno hacia su persona. La mayor de sus obras es la “Guía de los perplejos”, en la que expuso esta unión entre pensamiento y religión. Maimónides pudo leer y conocer el pensamiento filosófico clásico griego gracias al gran número de escuelas de traductores, y gracias a ello podemos conservar muchos de los “Comentarios” a estos tesoros helenísticos. Y del mismo modo, él tradujo varias de esas obras del griego al árabe, latín y al hebreo, introduciendo comentarios en esas mismas traducciones.

Por último, no podemos dejar de hablar de su faceta más religiosa. Maimónides fue un gran sabio que supo aconsejar y dirigir a su comunidad y realizó un gran trabajo relacionado con el Talmud. El judaísmo fue la primera religión monoteísta  en recopilar en un libro la Palabra de Dios, recopilación redactada por Moisés, y ese libro es la Torá. Después de la Torá, los judíos tienen el Talmud, que es el gran libro del judaísmo postbíblico, creado por rabinos y maestros judíos, que contiene todas las materias: leyes, normas y sentencias jurídicas, teología, filosofía, cosmología, ciencias, mandatos, prohibiciones, cuentos, proverbios, leyendas, poesías, prescripciones médicas…de todo, es como una gran enciclopedia, pero desordenada, confusa y sin método expositivo. La gran obra que Maimónides realizó para su comunidad fue ordenarla de una forma clara y precisa. Esa obra se llama “Código”, o “Mishnéh Torá”

Maimonides murió en 1204, con 70 años y quiso ser enterrado en Tiberiades, Israel (como comentamos al principio la placita donde está su escultura se llama Plaza Tiberiades), y fue llorado por cristianos, árabes y judíos. Su sabiduría le hizo tratar la medicina de forma científica. Se ocupó de difundir sus conocimientos en filosofía, matemáticas, leyes, teología, ética, astronomía y por supuesto en medicina. Su obra, su pensamiento y su ejemplo, trascienden las barreras de una profesión, de una religión, y de los países en los que vivió. Por desgracia, hoy en día no se difunde la importancia que tiene como se debería, haciendo patente el dicho de “no serás profeta en tu tierra”.

Nosotros, desde Vercordoba visitas guiadas, intentamos romper ese dicho y siempre que visitamos la escultura que lo representa, transmitimos parte de su sabiduría,  otorgándole el lugar que merece dentro de la historia de nuestra ciudad y de la historia de la humanidad. Si queréis conocerlo, podéis hacerlo en nuestra visita por la Judería de Córdoba.

Visita guiada Alcázar, Judería y Mezquita