Cuando Abd al-Rahmnan III se autoproclamó califa de Al-Andalus en el año 929, ya tenía en mente la creación de la ciudad que sería el centro del gobierno del califato, al mismo tiempo que sería su residencia, Madinat al-Zahra (Medina Azahara). No sería hasta varios años después, en el 936, cuando este sueño comenzara a tener forma, y según algunas crónicas, en apenas 10 años ya estaba casi totalmente construida.
Medina Azahara se convirtió en la ciudad palatina donde residía “el poder” (al-mulk). Desde ella se gobernaba, y a ella debía ir todo aquel que quisiera entrevistarse con el califa, o quien quisiera rendirle pleitesía, por lo que al mismo tiempo que la ciudad era levantada, se crearon una serie de caminos y calzadas que unían la ciudad de Qurtuba con la ciudad califal y con otras vías de comunicación importantes. Una de estas vías fue el llamado “camino de los Nogales”. Éste era el trayecto más corto entre ambos núcleos de población, y además enlazaba con los caminos que partían hacia Mérida, Toledo o Zaragoza. El camino debía salvar varios arroyos, por lo que se construyeron además varios puentes. Hoy sólo se conserva uno de ellos, el que cruzaba el arroyo de los Nogales, que da nombre al mismo puente.
Debemos puntualizar que estamos hablando solamente del puente de los Nogales. Existe otro puente califal en otro de los caminos que unían las dos ciudades, en el llamado camino de las almunias, al sur de Medina Azahara. En este camino se encuentra el llamado Puente de cañito María, también de grandes proporciones en su origen.
El puente de los Nogales está situado a escasos 1.600m de la muralla oriental de al-Zahra. Es el único ejemplo de puente califal de tres ojos ya que lo normal en los puentes de esta época es que sólo presentaran uno. En origen era un puente con casi 8m de anchura y la luz de su ojo central superaba los 3m de altitud (actualmente colmatados debido a la sedimentación de materiales arrastrados por el propio arroyo). Estas dimensiones nos hablan de un puente importante, que soportaba una gran cantidad de movimiento, ya que por él pasaban los materiales constructivos que iban a Medina Azahara desde las canteras de la Albaida, así como los alimentos necesarios para cubrir las necesidades de su población. De igual modo, era lugar de paso para las tropas que se dirigían a la ciudad califal.
De su construcción cabe destacar la técnica, basada en la colocación de sillares a soga y tizón, típica de las construcciones califales de mediados del siglo X, así como la creación de los tajamares de planta ultrasemicircular. De la decoración del puente poco se sabe, ya que ha sufrido mucho desgaste por el tiempo así como grandes pérdidas debidas a distintos episodios de expolio, pero se conoce la existencia de una moldura en el exterior de los arcos (arquivoltas) así como la hipótesis de que estuviera decorado con pintura a la almagra (hipótesis planteada tras encontrar un fragmento de caliza con restos de almagra aguas abajo en la excavación-restauración de 1998) lo que nos da la idea de un puente con una decoración sencilla pero destacada.
Muy a nuestro pesar, lo que hoy podemos ver del Puente de los Nogales, no llega a ser la mitad de lo que en origen fue. Igual que la ciudad califal de Madinat al-Zahra fue olvidada y expoliada, los puentes y demás estructuras de comunicación y abastecimiento han sufrido un desgaste natural y el expolio de sus materiales. El último episodio de expolio que sufrió este puente fue en el verano de 1997, cuando tres desaprensivos casi lo desmontan al completo. Por suerte, lo que hoy podemos ver se pudo salvar y tras realizar una excavación y posterior restauración, en 1998, se le pudo devolver algo de la grandeza que tuvo en el siglo X.
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